lunes, 15 de abril de 2013

Restaurante DELIRIO GAUCHO. Argentino en Madrid

Me percaté de la existencia de esta parrilla argentina, buceando por las webs. Una mañana me levanté carnívora y me decidí a comer un buen trozo de carne, por lo que acudir a un argentino parece una buena opción para días así.
Está ubicado en la calle Santa Teresa, 12, a escasos 5 minutos de Alonso Martínez. Es una calle tranquila y discreta, al menos al mediodía, al igual que el establecimiento.
Había hecho una reserva para mí y mi acompañante, por lo que al llegar esperamos justo en la puerta (no tienen mostrador o espacio recibidor). No tardaron nada en atendernos y acomodarnos en una pequeña mesa pegada a una columna.

La sala en la que comimos, la primera entrando, es bastante pequeña y estaba medio llena, a pesar de que era sábado. Sé que tiene otras dos, pero no estuve en ellas. Es un espacio cuadrado, ideal para lo que podría ser una cafetería o bar de tapas, me esperaba un local más amplio. Eso sí, la decoración es bastante acogedora (vigas de madera, arcos), da la sensación de cercanía y restaurante familiar, a pesar de tener ciertos toques de modernidad por los motivos pintados en las paredes (muy argentinos).
La carta tiene los platos justos para no marearte,  aunque me sorprendió que estuviese compartida la parrilla argentina con pastas y pizzas.

De aperitivo la casa, acompañando al pan, pone una crema de queso con toques de cebollino picado, lo cual es de agradecer mientras esperas.
De primero fuimos a tiro fijo, probamos las empanadas argentinas, una de ternera y otra de queso y cebolla.  Estaban bastante buenas, especialmente la de queso y cebolla, puesto que la masa estaba dorada al horno en su punto y el queso perfectamente fundido, con un sabor moderado y ese punto final de cebolla. (2,50 euros unidad).
De segundo pedimos el solomillo con salsa de champiñón y lomo alto a la parrilla (todo de ternera, por supuesto).
 El solomillo lo pedí un “pelín” más que al punto, dije literalmente: “que no sangre”, ya que rompería la salsa de champiñón ligada. Me lo trajeron muy hecho, lo que provocó que estuviese duro y perdiese sabor por sí mismo, así que tuve que empaparlo bien en la salsa, que estaba bastante lograda a pesar de que no encontré casi champiñones. La guarnición era correcta: un par de trigueros (aunque deberían eliminar la parte más dura del tallo), unas rodajas de patata al horno y unas rodajitas de cherry. (23,90 euros)
El lomo alto estaba menos pasado y más tierno. Le faltaba sal (a poder ser gruesa o en escamas) pero lo arreglamos con el salero de mesa. Bien de sabor. De guarnición llevaba también rodajas de patata al horno. (16,90 euros)
Las cantidades que ponen, sobre todo en los segundos, son copiosas, por lo que pedimos un postre para compartir (para terminar dulcemente). Nos decantamos por la tarta de queso con frutos rojos, y desde mi punto de vista tiene un aprobado justito. La base de galleta muy dura y la tarta en sí estaba seca, lo que no solucionaba el sirope de frutos rojos. (5 euros)
La cuenta final para dos fue de 58 euros, un poco elevado desde mi punto de vista. Es un local interesante para comer de menú (anunciaban uno por unos 12 euros)

Valorando con los 5 sentidos...
Vista: acogedor y familiar. Agradable.
Oído: sin bullicio. Se puede comer con tranquilidad.
Olfato: nada que destacar, todo correcto. Buena ventilación, no sales oliendo a parrilla.
Tacto: las mesas pequeñas, y las sillas un poco incómodas disimuladas con una funda.
Gusto: El primero bueno, las carnes parecían de buena calidad pero el solomillo no estaba bien. El postre muy justo. Cantidades copiosas.

Saludos y abrazos.


domingo, 14 de abril de 2013

Comenzando por el comienzo



Oscar Wilde dijo “después de una buena cena se puede perdonar a cualquiera, incluso a los parientes.”
Con acierto, la sensación de haber degustado un buen plato, un buen vino o una buena copa amansa a las fieras.

“…con sal y paladar…” es un blog para amantes de la buena comida, de la buena bebida y de la vida en general.

De aquí en adelante aprovecharé mis minutos en los diversos restaurantes y locales, que habitualmente visito, para compartir mi experiencia con todos los lectores. Intentaré desmenuzar mis sensaciones y transmitirlas (aunque la parte intransmisible tendréis que vivirla por vosotros mismos).

Comiendo, bebiendo y viviendo es una filosofía que me gusta practicar cuando me olvido de todas las cosas serias que, casi siempre, hacen opacos los buenos momentos. Sin más pretensiones.

Así empiezo…

Saludos y abrazos